miércoles, 28 de septiembre de 2022

“TEMPESTAD” y “NOCHE DE FUEGO”

Dos películas de la directora Mexicana Tatiana Huezo.

Un documental y una película de ficción (esta última disponible en la plataforma de Netflix), son las recomendadas en esta oportunidad. Ambas están dirigidas por Tatiana Huezo, quien nació en El Salvador en 1972 pero reside en México desde los 4 años. El retrato que hace en estas dos cintas se enmarca en el contexto de las mafias del narcotráfico y la manera en que han cooptado la población y las instituciones. Las dos producciones resaltan el ensañamiento de estas bandas criminales contra las mujeres con una puesta en escena que hace a un lado la violencia explícita, muy usual cuando de esta temática se trata, sin olvidar la tensión propia de las situaciones que relata. Un tema que es muy familiar a nuestra realidad colombiana y sobre la cual la directora hace un interesante acercamiento.

 

TEMPESTAD

Año: 2016

Reparto: Adela Alvarado, Miriam Carbajal

“Tempestad” es un documental sobre dos historias relatadas por las propias víctimas, en un caso con la voz en off de su protagonista y en el otro, por parte de la madre de una joven desaparecida quien habla en cámara sobre su caso.

Miriam Carbajal Jescas, quien trabajaba en el aeropuerto de Cancún, fue víctima de un montaje por parte de la AFI (agencia federal de investigación) y de la policía mexicana, acusada de pertenecer a una banda de tráfico de personas. El operativo mediante el cual fue capturada, de gran espectacularidad según ella lo relata, tuvo un gran despliegue en medios cuando ésta y sus otros compañeros fueron trasladados a la ciudad de México.

La historia no termina allí, pues Miriam fue conducida a una cárcel al sur de su país y desde su llegada se le sentenció: “este es territorio del cártel. Esta es una prisión que tiene autogobierno”. La estancia no era gratis. Le fue exigido un pago inicial de US$5.000 y un pago semanal de US$ 500 para garantizar el respeto a su vida. Además, le hicieron saber que tenían toda la información de su familia, incluyendo la de su hijo pequeño.

Toda esta historia la escuchamos mientras la directora va mostrando un recorrido en bus desde las afueras de la cárcel donde Miriam estuvo recluída, 80 días después de que fuera liberada sin ningún cargo, y cuando se dirige a su casa en Tulum, a 2000 km de distancia. Recuerda que cuando indagó por las razones de su detención le dijeron que la policía estaba obligada a dar resultados, que sólo fue una “pagadora”, es decir, pagó por los delitos de otros.

Miriam no aparece en cámara, las imágenes que acompañan el relato corresponden a su viaje de regreso a casa, donde apreciamos las caras de otros pasajeros, el paisaje, las requisas frecuentes de la policía, las paradas en restaurantes. La imagen final, bastante bella por cierto, nos muestra desde el fondo de un cenote a Miriam, nadando en el agua y recordamos una frase suya sobre el agobio que significó el injusto encarcelamiento “algo se había roto dentro de mí”.

La segunda historia es contada por Adela, una mujer de aproximadamente 50 años, trabajadora en un circo y a quien le arrebataron a su hija Mónica de 20 años. Un día esta última salió para la universidad, donde finalizaba sus estudios de psicología y nunca más volvió. Los esfuerzos desesperados de su familia por encontrarla desde que acudieron a la policía hasta 6 meses después cuando dejaron de tener su acompañamiento, fueron inútiles. Pasado este tiempo, Adela y los suyos empezaron a investigar por su cuenta, llegando a la conclusión de que un compañero de Mónica la había entregado a un cartel dedicado al tráfico de personas. Estos descubrimientos hicieron objeto de amenazas de muerte a la familia, además porque en el secuestro estuvieron involucrados miembros de la policía.

En las imágenes que acompañan este relato se muestra la cotidianidad de Adela y sus parientes y amigos en los ensayos del circo. Se resalta su complicidad con otras mujeres quienes entienden la tragedia de una madre que por 10 años ha buscado infructuosamente a su hija. Las escenas finales son las de Adela en su papel de payaso quien en su ambulante itinerario debe seguir con la función.

Dos tragedias de mujeres que sienten el desamparo de las instituciones y la vulnerabilidad ante organizaciones que no pueden ser contraladas por el estado y donde las autoridades, en muchos casos, se han vuelto sus cómplices.


NOCHE DE FUEGO

Año: 2021

Reparto: Ana Cristina Ordóñez, Mayra Membreño, Mayra Batalla, Alejandra Camacho, Camila Gaal, Blanca Itzel Pérez

Esta película de ficción se centra en tres niñas, Ana, Paula y María, a quienes vemos pasar de la infancia a la adolescencia residiendo en un pueblo situado en las sierras de México, dominado por los carteles del narcotráfico y de donde han emigrado la mayoría de los hombres abandonando a las mujeres con sus hijas pequeñas. Los habitantes que quedan en el pueblo se dedican a la explotación de caliza en una montaña cercana o a raspar la goma de la flor de la amapola, controlada por los grupos ilegales, y apenas si sobreviven en esos oficios.

Desde las primeras escenas se siente la tensión, permanente durante toda la cinta, a partir de hechos como el de Ana y su mama, Rita, cavando la tierra para hacer un refugio que sirva de escondite a la pequeña o cuando Ana y sus amigas son sometidas por sus madres a cortes de cabello al ras, para que parezcan niños y puedan pasar desapercibidas.

La preocupación de los habitantes del pueblo, además de la zozobra por estar en permanente vigilancia y control, tiene mucho que ver con la precariedad de los servicios recibidos, como los de educación y de salud, pues son discontinuos al no contar con maestros y médicos que soporten la presión en sus trabajos por mucho tiempo.

El desasosiego que produce la convivencia no es óbice para que las niñas disfruten de las posibilidades que les da un entorno natural con quebradas de agua cristalina y bellos paisajes. No es gratuita tampoco la presencia permanente de los animales, que como las serpientes y los alacranes están al acecho de quienes se acerquen y que mantienen un clima de inquietud.

La película hace una elipsis en el tiempo para mostrarnos las tres amigas en plena adolescencia. La llegada de la primera menstruación es motivo de preocupación de las madres de estas jóvenes cuando deben enfrentar que, al convertirse en mujeres, ya pueden ser visibilizadas por los grupos criminales.

Aunque al pueblo llega el ejército, su inactividad, el miedo, la impotencia o la corrupción, los convierte en actores con una presencia inocua para la protección de sus habitantes. La escena que muestra la entrada de los narcos pertrechados en sus carros y disparando sus ametralladoras al aire frente a la mirada impotente de los soldados y de sus gentes es muy impactante. Así mismo la aspersión con glifosato desde helicópteros, que parece recaer más sobre el pueblo que sobre los cultivos, es llamativa.

El día temido llega cuando frente a la casa de Rita frena una de las camionetas y se bajan de ella dos hombres a preguntar por la joven que vive en esa casa, porque según ellos, llegó el momento de ponerla a disposición de sus jefes. Ese día junto con esa noche cambiará la vida de Ana, de sus amigas y de sus madres.

Una película con una excelente narración que sin acudir a los clichés ni a los desbordamientos de la violencia nos hace respirar el aire de tensión y constreñimiento al cual se enfrentan poblaciones dominadas por el terror de los grupos narcotraficantes y de la impotencia frente a un gobierno que se ve maniatado o arrodillado.

De la directora: “Me parece fundamental volver a los rostros, al gesto íntimo, a su historia y complejidad; regresar a las personas, a sus sueños, dolores y esperanzas. Quizás entonces desde allí podamos regresar a la empatía, a la capacidad de conmovernos”.

  

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