lunes, 23 de agosto de 2021

“NUNCA, RARA VEZ, A VECES, SIEMPRE”

 


Directora: Eliza Hittman

Año: 2020

País: Estados Unidos

Reparto: Sydney Flanigan, Talia Ryder, Theodore Pellerin

Premios: Oso de plata al Gran Premio del jurado en el festival de Berlín


De una manera delicada, sin moralismos, sin juicios y con respeto, está película nos invita a “ponernos en los zapatos” de una joven de 17 años, que ha quedado embarazada y decide abortar.

Autumn, la protagonista, vive con su familia en un pueblo de Pensilvania y combina su vida escolar con su trabajo como cajera en un supermercado. La cinta inicia con una muestra de representaciones artísticas de los estudiantes en un acto de la escuela, donde Autumn interpreta una canción con su guitarra, la cual es interrumpida por un compañero que le grita “puta”. Este hecho sumado a la dificultad, evidente desde el comienzo, de la convivencia que tiene esta joven al interior de su familia, especialmente con su padre, nos dan un marco para entender las causas de su introversión y de su aislamiento.

En una escena donde está reunida en la sala de su casa con la madre y sus hermanos menores, el padre acaricia la perra mientras le dice al animal delante de las demás mujeres “pequeña zorra”. En otra, el padre se refiere al comportamiento de su hija de manera despectiva “ella necesita que su cabeza sea revisada”. Estas palabras afectan profundamente a Autumn, lo cual colegimos más que por sus respuestas verbales, que no las tiene, por sus gestos de disgusto y de incomodidad. Muchas preguntas quedarán sin respuesta para el espectador en esta película de pocos diálogos.

Ante el temor de estar embarazada, Autumn acude a un centro médico para hacerse la prueba correspondiente y allí se sorprende al percatarse de que se trata del mismo test que venden en cualquier supermercado. Cuando le confirman que tiene 10 semanas de embarazo, a nadie le comunica este hecho. Solo cuando su prima y compañera de trabajo, Skylar, es testigo de las náuseas y de los vómitos, le comparte tal situación.

Autumn intenta abortar con los métodos caseros que internet ofrece, además de recurrir a darse golpes sobre su vientre. Como ninguna de estas prácticas le funciona, prepara con su prima el viaje a New York puesto que allí no requiere permiso de sus padres para hacerse el procedimiento, aun siendo una menor de edad. Recogiendo dinero entre ambas, y además apropiándose ilegalmente de efectivo del supermercado, logran juntar lo suficiente para el transporte en bus.

Cuando llegan a la ciudad de su destino acuden a un centro médico, donde es remitida a otro centro para nuevas pruebas y allí le manifiestan un error en el diagnóstico inicial y le confirman que tiene 19 semanas de embarazo. Sin dinero y sin sitio donde dormir, las dos jóvenes intentan pasar la noche viajando en el metro del cual huyen ante el acoso de un depravado. Vuelven a la estación del bus y de allí también son expulsadas a cierta hora. Finalmente se dedican a caminar por las calles arrastrando una maleta como única posesión.

Al día siguiente, antes de ser sometida al aborto, una médica le practica un cuestionario donde ella debe responder con alguna de las palabras que dan título a la película “Nunca, rara vez, a veces, siempre”. Esta escena es las más dramática y lograda de la cinta y nos permite comprender la situación de esta joven en toda su dimensión. A la pregunta de si había sido forzada a tener relaciones sexuales, ella responde “algunas veces”. Pero no sabremos nada más, solo que Autumn rompe en llanto. Este momento nos acaba de solidarizar con su tragedia, pero lo cierto es que desde el principio ya estábamos con ella, acompañándola en esta difícil decisión.

Con muy pocos diálogos, pero con una cámara que permanece atenta a los gestos de la protagonista y de su prima, la directora nos hace el recorrido por el drama de un embarazo no deseado, de un entorno familiar donde la joven no siente la confianza para manifestar su estado y de una soledad profunda que la lleva a tomar una decisión compleja pero que ella considera apropiada dadas sus circunstancias.

En el recorrido que hace Autumn desde el momento en que sabe de su estado, hasta que toma la decisión de irse a New York, ella puede oír las diferentes recomendaciones de quienes la atienden en los centros médicos, respecto a su condición: Que dé a luz al bebé y lo de en adopción o que tenga en cuenta las implicaciones de un aborto con los meses de embarazo que ya tiene. Llena de temor y sin apoyo alguno, ella toma su decisión.

La película no es la defensa del aborto. Es la defensa de la capacidad que debe tener una mujer de decidir y de tener acceso a los procedimientos médicos, sin ignorar las dificultades que una determinación de este tipo conlleva. Alude también a las dificultades de comunicación en pleno siglo plagado de redes sociales, cuando temas como el sexo y sus consecuencias no se abordan tan ampliamente como se debería, especialmente en los entornos familiares y escolares y más bien generan conflictos morales que se privilegian sobre los problemas de salud pública.

Con largos encuadres sobre los rostros de la protagonista que nos revelan sus angustias, esta película apela de manera deliberada a los silencios para descubrir las desazones e inseguridades. De lado quedan los ambientes en los cuales transcurre el film, que se vuelven secundarios. Sabemos que el viaje era a New York, pero solo vemos los interiores de algunos sitios: los consultorios médicos, la terminal de buses, el metro y unas pocas calles. El entorno se vuelve limitado cuando la mente está en otro lado. Aquí, lo demás importa muy poco.

Un tema como el aborto sigue generando mucha controversia. En Colombia, a pesar de los avances sobre la viabilidad para la interrupción voluntaria del embarazo en 3 casos, siguen existiendo barreras de acceso; peor aún, todavía hay quienes abogan por volver a la situación de criminalizar el aborto. En poco tiempo se debe pronunciar la corte constitucional sobre el futuro de este tema. Esperamos que no solo se reafirme en lo que ya se había ganado, sino que se amplíe el derecho de las mujeres para decidir libremente sobre su cuerpo.

Sobre la Directora: Eliza Hittman es guionista, directora y productora de cine. Nació en 1979 en New York. Ha dirigido series de TV como “Por 13 razones” “High Maintenance” y el largometraje “Beach Rats”.

 

 

 

 

 

 

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