Director: Ziad Doueiri
Año: 2017
País: Líbano
Protagonistas: Adel Karam, Kamel El Basha, Diamond
Bou Abboud, Camille Salameh, Rita Hayek
Las heridas morales que causa una
guerra tardan mucho en recuperarse pues quedan grabadas en la mente y en el
corazón de quienes las padecieron. Esto es lo que quiere transmitir la película
"el insulto", que toca no sólo el tema de los refugiados Palestinos
sino también el de los refugiados internos, en este caso los del Líbano.
Un hecho circunstancial, el arreglo
de las fachadas de una casa en un barrio del Líbano, crea un conflicto entre el
constructor Palestino y el residente libanés, el cual empieza a crecer con la
entrada de los abogados que los representan y quienes se vuelven voceros de sus
respectivas comunidades.
Solo basta una chispa para encender
los resentimientos guardados. De un lado, esta Yasser, el constructor, un
Palestino que trabaja casi de manera clandestina. De otro lado, esta Toni,
ciudadano libanés, defensor del tema nacionalista, quien siente que los
Palestinos son intrusos y desplazan puestos de trabajo a sus
connacionales. En las discusiones salen a relucir todos los estereotipos: el
del palestino como "el que no pierde la oportunidad de tener una
oportunidad", " los negros del mundo árabe", el del libanés como
el opresor y el invasor.
La disputa que no pueden resolver los
dos hombres, pues uno no quiere pedir disculpas y el otro se resiste a
aceptarlas, pasa a los estrados judiciales y cada uno empieza a ser respaldado
por prestantes abogados que convierten el tema en un asunto político, con el
propósito de hacer visible o bien la causa Palestina o bien las guerras
internas del Líbano, pues sienten que quieren ser escondidas. Las
posiciones, bien argumentadas, ponen en evidencia que, al margen de la
situación puntual, ambos hombres son víctimas del conflicto y del
desplazamiento.
El alegato de los abogados deja ver
que aquellos países que han padecido violencias y donde las heridas no se han
curado, entre otras cosas porque no se ha dicho la verdad, dejan mucho
resentimiento y dolor en sus víctimas. Ellas esperan que se les reconozca el
daño y que se les pida perdón. Además, como también se plantea en la cinta,
conflictos tan visibles como el Palestino, no dejan ver otras violencias
al interior de los países, que también produjeron traumas igualmente graves.
"Nadie tiene el monopolio del sufrimiento", como dice uno de los
abogados.
Las guerras del Líbano están en el
trasfondo del argumento; un país que ganó su independencia en 1943 y que enfrentó
una guerra civil entre 1975 y 1990, entre las comunidades cristiana y musulmana.
Las matanzas fueron por lo tanto, significativas en ambos bandos (palestinas en
Karantina y Za'atar; cristianas en Darmour) así como los choques entre fuerzas israelíes
y milicias libanesas.
Los personajes de Yasser, Toni y los
dos abogados, padre e hija, tienen una magnífica representación. Los dos
primeros esperan un resarcimiento personal, mediante un reconocimiento del
error y una disculpa y aparecen un poco desconcertados cuando todo empieza a
tomar otro rumbo. Los abogados, porque genuinamente defienden la causa de unos
pueblos que tuvieron desplazamientos forzados o padecieron masacres como la de
Darmour, y pretenden que se revele la verdad y se evite que esas situaciones
se repitan. "La guerra terminó, pero no tuvimos una reconciliación".
En el fondo, lo que aspiran las
personas comunes y corrientes como Yasser y como Toni, de facciones distintas, es
poder trabajar y vivir en paz con sus familias para disfrutar de las cosas simples.
Nada más, tampoco nada menos. ¿Pero quién no?
Sobre el Director. Ziad Doueiri nació
en el Líbano (1963). Estudió cinematografía en Estados Unidos, fue primer
ayudante de cámara de Quentin Tarantino. Fue educado en una familia de
izquierdas pro-palestina. El insulto es su cuarta película, las otras son “West
Beirut”, “El atentado” y “Lila dice”.
Fabulosa reseña: sensible, inteligente y con una claridad de conceptos que obliga a pensar en cual lejos estamos de obtener una paz que nos permita a todos disfrutar de esas cosas simples de que hablas. Gracias Piedad.
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